En esta prédica, Dios nos deja en claro su supremacía sobre toda circunstancia de cualquier índole para darnos bendición a nosotros, sus hijos. No hay circunstancia que pueda impedir la bendición de Dios.
Solo debemos estar atentos, enfocados en las cosas de Dios para poder tener abiertos nuestros ojos espirituales para ver la bendición. No debemos dejar que nada nos distraiga para poder recibir el favor de Dios en el momento que el Padre lo envía.
Así como en nuestra vida natural, hay infinidad de disparadores que nos pueden distraer del objetivo fijado para llegar a la meta, y podemos cometer errores que retrasen nuestro éxito, de esa misma forma, en lo espiritual existen distracciones que nos apartan del propósito de bendición que Dios tiene preparado para cada uno de sus hijos. De qué forma? Haciendo caso a comentarios negativos, permitiendo que una circunstancia nos abrume, tomando decisiones que nos llevan a perder la paz y la felicidad, no entregando lo que no podemos manejar a los pies de Cristo.
Debemos creer, pero realmente creerlo con integridad y la bendición llega. Y la podremos tomar si nuestros ojos espirituales permanecen abiertos y sensible al accionar de Dios todo mi ser.
En el capítulo 6 del 2 libro de Reyes, el autor nos permite ver como el pueblo de Dios llegó a cometer horribles acciones de desamor cuando había perdido la Fe en Dios y se había apartado de la confianza en Él. Ese fue el resultado de echar a un lado a Dios y a su Palabra. Esas son las distracciones espirituales que nos alejan de la bendición de Dios, la falta de confianza en el hacer del Padre, el no creer con integridad en su accionar, siempre y plenamente.
“Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.»
2 Reyes 7:1-1
Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos? Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos. Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos y estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros. Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas. Cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestidos, y fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y fueron y lo escondieron.
Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el anochecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey. Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el campamento intacto. Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey. Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad.”
Esa Samaria sitiada somos nosotros cuando nos agobiamos por las circunstancias, cuando nos enceguecemos por las situaciones no tan favorables y cerramos nuestros ojos, y no creemos en las bendiciones de Dios prometidas, o estamos tan preocupados en nosotros mismos que no estamos atentos al momento en que llega esa bendición.
Y es aquí hermanos donde Dios nos dice “en 24 horas tendrás esa bendición que estas esperando”.
En 24 horas puede cambiar nuestra circunstancia. Dios no dice que se eliminará la circunstancia, que solo debemos CREER y CONFIAR y la bendición llegará, llegará el favor de Dios.
Entonces hermanos míos los animo a probar el favor de Dios, estando muy atentos y enfocados para que nuestros ojos espirituales puedan ver y tomar esa bendición en el momento de ser soltada!!!!